Después de tantas expresiones,
Se está compartiendo la inmensidad,
Sustentada por severas pasiones,
Calmadas, trastocadas, inmersas en la
eternidad.
Un personaje aislado en el momento,
Hablan las querellas del señor que llamasen
tiempo,
Desvariado sentido que librase con el amanecer
vespertino.
Y entonces las lágrimas que son de uno,
La verdad que no coincide con el paso
superfluo,
Salvase el beso de quien es mundano,
Contraste de mil sonrisas con el constante
flujo.
Embriaguez de la cual no se escapa,
Que se desea, que apasione, que atrape,
Sosteniendo a penas el aliento y la actitud en
capa,
Porque no hay más sentido común que aquel con
baraje.
No hay sentido más extraño,
Que componer el momento,
En que numerosas milésimas transcurren por año,
Emanando la lucidez que el amor va enmendando.
No hay huidas sino bienvenidas,
Porque el señor tiempo apañe,
Y la onomatopeya del reloj nos da alerta de las
idas,
Y el corazón sostiene que hay razones para
quien ame.