miércoles, 22 de agosto de 2012

El Señor Tiempo


Después de tantas expresiones,
Se está compartiendo la inmensidad,
Sustentada por severas pasiones,
Calmadas, trastocadas, inmersas en la eternidad.

Un personaje aislado en el momento,
Sin el torrente más voluble, bravío impulsado por el destino,
Hablan las querellas del señor que llamasen tiempo,
Desvariado sentido que librase con el amanecer vespertino.

Y entonces las lágrimas que son de uno,
La verdad que no coincide con el paso superfluo,
Salvase el beso de quien es mundano,
Contraste de mil sonrisas con el constante flujo.

Embriaguez de la cual no se escapa,
Que se desea, que apasione, que atrape,
Sosteniendo a penas el aliento y la actitud en capa,
Porque no hay más sentido común que aquel con baraje.

No hay sentido más extraño,
Que componer el momento,
En que numerosas milésimas transcurren por año,
Emanando la lucidez que el amor va enmendando.

No hay huidas sino bienvenidas,
Porque el señor tiempo apañe,
Y la onomatopeya del reloj nos da alerta de las idas,
Y el corazón sostiene que hay razones para quien ame.